Antes de que el musical volviera a primera línea, con productos, a veces buenos, a veces mediocres y otros desastrosos, Woody Allen se lanzó a realizar este original (entonces) divertimento. El tema consistía en crear una película, más o menos, convencional e insertar, en ella, temas musicales interpretados por los propios actores, ninguno de los cuales es cantante. La película en si, está bien, sin ser de los mejores Allens, es entretenida y con algunos momentos tremendamente hilarantes. Los actores mas que correctos, algunos sensacionales como Alan Alda o Edward Norton.
La parte musical no es la más brillante, pero los números de la joyería, el hospital o, sobre todo, la funeraria son grandiosos.
Allen vuelve a utilizar con maestría la auto parodia en toda la parte del intento de ligue con Julia Roberts, un juego que ya conoce bien y que sabe manejar con solvencia,
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