19 noviembre, 2006

Daredevil: Decálogo


Daredevil: Decálogo

Tras releer este último arco argumental de la colección de Daredevil me encuentro pensado que el cuernecitos es uno de esos personajes extrañamente afortunado. Condenado a vagar en el universo de personajes intrascendentes cuyas colecciones se abren y se cierran sin despertar un gran interés. Sin embargo en su momento llego un tal Frank Miller justo antes de convertirse enano de los guionistas más grandes del género, guionista que en la serie del superhéroe ciego consiguió su primer gran éxito llevando la colección a ese grandísimo clímax que hoy día ya es considerado un clásico “Born Again”. Cuando parecía que las cenizas de aquel viejo esplendor se iban a enfriarse llega de nuevo un grande para darle voz a Matt Murdock. Brian M. Bendis lleva Daredevil un paso mas allá de lo que consiguió Miller, sus historias son puro dramatismo, la imagen de un hombre desquiciado que sigue adelante por pura inercia.

La historia que nos ocupa, Decálogo, cuenta de forma magistral un momento intrascendente, Decálogo no pasara a la historia por su importancia en relación a hechos posteriores, pero si que será recordada, al menos por mi, por su brillantez narrativa.

La historia relata una reunión de autoayuda, en una iglesia de La Cocina del Infierno se reúnen una serie de personajes sin aparente relación entre ellos afectados por el cambio del status quo reinante en el barrio, en resumidas cuentas afectados por Daredevil. La presencia del villano de turno (Casi inevitable en un comic de superhéroes) Su combate con el y el sorprendente anticlímax, no son mas que accesorios de una historia tan bien narrada que permite al lector identificarse con algunos de los personajes y sobre todo empatizar con ellos.

En el apartado grafico Bendis cuenta con un aliado perfecto para el tono de sus guiones Maalev ofrece un aspecto grafico tremendamente lánguido, gris, claustrofóbico, leyendo el comic casi se puede sentir el frió húmedo del sótano de la parroquia donde tiene lugar la reunión, el olor del café preparado para los asistentes o la mortecina luz que tiñe la escena de melancolía.


Saludos OSO170

(Desde la Cocina del Infierno)

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